jueves, 14 de febrero de 2013

# Cómo se hace un cómic



EL ARTE DELAS VIÑETAS A NUESTRO ALCANCE



     Lo primero que debemos tener es una idea clara sobre la que elaborar el guión. No es conveniente ponerse a dibujar, por muy bueno que uno sea en esto, y a mitad de la historia descubrir la idea. Tenemos que intentar lograr un equilibrio perfecto entre el guión y el dibujo, y si no contamos con algo más o menos definido difícilmente podremos conseguirlo. Bien es verdad, que se puede dar comienzo a una historieta apoyándonos tan sólo en una línea argumental e ir complicando la trama hasta afinar y completar el guión. Algunos dibujantes prescinden aparentemente de éste cuando trabajan sobre su propio universo particular.


Autores como Moebius, Druillet o Caza han producido a veces maravillosas historias en las que el dibujo parecía ser lo único importante. Unas no pasan de ser más que un excelente catálogo de brillantes ilustraciones que reflejan minuciosamente su original mundo interior; pero otras nos descubren nuevos métodos narrativos, que nos introducen en la historia de otra manera e impresionan con dimensiones y enfoques totalmente inesperados y más emocionantes; viñetas con formas que rompen los cánones, que dirigen la vista del lector hacia otras direcciones diferentes del aceptado y limitado sentido de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo.



     Llegados a este punto, ¿deberíamos preguntarnos qué es un cómic? Sabemos lo que no es: no es literatura dibujada, no es cine estático, no es ilustración poco elaborada, ni entretenimiento para niños y adultos poco maduros. Según Wikipedia: Se llama historieta o cómic a una «serie de dibujos que constituyen un relato», «con texto o sin él».

     Teniendo en cuenta esta definición y sabiendo que el cómic comienza por la idea, vamos a intentar desarrollar algunas no demasiado complicadas. Empezaremos con el siguiente argumento, que nos servirá como ejemplo para ilustrar las explicaciones:

     En una ciudad situada en un futuro no muy lejano, aparece un editor de cómics asesinado. Todo parece indicar que un dibujante resentido no ha podido controlar la parte maligna de su imaginación creadora. El despacho de éste aparece convertido en una sangrienta muestra de arte conceptual.

     El aparato policial se pone en marcha. El sargento detective del distrito investiga a los sospechosos en potencia: dibujantes y guionistas, cuyos trabajos más recientes hayan sido reiteradamente rechazados.

     En otro lugar de la misma ciudad, un psicoanalista recién licenciado atiende a su primer y único paciente, un dibujante neurótico de ciencia ficción. Según éste, unos extraños seres parecidos a hombres atrapan a la gente para arrojarla dentro de unos chirriantes agujeros que aparecen misteriosamente en el aire. Esquizofrenia paranoide, sin duda, y un nuevo elemento que se añade a la trama.

     El psicoanalista decide seguirle el juego. Aquello puede servirle para su tesis doctoral como trabajo de campo. El problema se presenta cuando descubre que los alienígenas existen realmente, y que la misión que están llevando a cabo sobre la Tierra no es el producto elaborado de una mente paranoica. Ambos, psicoanalista y paciente, se embarcan juntos en la tarea de intentar desenmascararlos.

     La policía ha hecho un nuevo descubrimiento: parece que la videocosa flotante del editor pudo grabar la imagen del supuesto asesino. Mientras tanto, nuevas muertes de editores se van sucediendo...

     Cuando se trata de ilustrar el guión de otra persona, la ambientación y la elección de los distintos planos nos las indica el propio guionista. Pero, ¿cómo lo haremos cuando el argumento sea nuestro? ¿Cómo elegiremos un enfoque en lugar de otro? A mí me gusta visualizar la historia como si se tratara de una película a la que asisto de espectador. Imagino a los personajes en movimiento, y son ellos los que me muestran el fotograma adecuado que debo convertir en viñeta, así como los distintos elementos que conforman la escena.

     Para empezar, cortamos el papel a la proporción de la revista en la que deseamos publicar y al tamaño que nos resulte más cómodo. Elegimos el título o dejamos el hueco hasta que se nos ocurra y diseñamos la página a lápiz con las viñetas vacías. En este caso, vamos a titularlo "Se movían como hombres", porque es sugerente y misterioso; lo firmamos y, después, pasamos el rótulo y los cercos de las viñetas a tinta. 


     Ya tenemos la primera impresión de acabado, lo que nos animará y nos dará un poco de cuerda para comenzar con la primera viñeta, que no será otra cosa que un boceto ligero. Un boceto con poca definición nos ayudará a encuadrar a los personajes y a buscar el enfoque adecuado para que el lector entienda lo que queremos comunicar. Una vez conseguido esto, podremos complicar a lápiz el boceto a nuestro gusto, teniendo en cuenta que mientras más lo acabemos, menos trabajo nos costará cuando tengamos que pasarlo a tinta.


     El bocadillo representa, junto con las onomatopeyas y las líneas cinéticas, uno de los elementos más característicos del cómic. A la hora de colocarlos dentro de las viñetas, deberemos intentar que los diálogos se perciban de una forma natural. Hay que evitar innecesarios mareos en el lector y procurar que parezca, realmente, que el personaje está hablando, o que el sonido del golpe que ha recibido suene en el sitio correcto.


     Para el pasado a tinta, utilizaremos trazo grueso en las imágenes que están más cerca y trazo fino para las más alejadas, así dotaremos al dibujo de una falsa impresión de profundidad.

     Como la mirada se dirige de forma natural a las zonas más claras, si queremos destacar un elemento deberemos intensificar los brillos u oscurecer el resto de la viñeta. Utilizando esta técnica podemos dirigir la atención del que observa hacia la parte del dibujo que más nos interese.


     Para el color sirven igualmente las indicaciones anteriores: una mayor intensidad acercará las figuras y, por el contrario, si utilizamos colores suaves y desaturados, alejaremos éstas del observador. Por lo demás, utilizar los colores con gusto es fruto del estudio sistemático de la Naturaleza y del trabajo de otros dibujantes, en un esfuerzo constante por mejorar siempre un poco más el nuestro.


     La elección de los personajes es una parte vital para la realización de un cómic. La personalidad deberá ser intensa, pues disponemos de un número limitado de imágenes fijas para mostrar todo lo que sean capaces de sentir y hacer. Nosotros no dispondremos de largas secuencias, como en el cine, que nos den por acumulación las características psicológicas de éstos. Tampoco deberemos explicar mediante el texto los distintos caracteres de los personajes, eso corresponde más bien a las novelas. Si no conseguimos verlos al primer golpe de vista es que no lo hemos logrado y hay que borrar y borrar hasta conseguirlo. Parece obvio que todos los personajes han de quedar perfectamente diferenciados; nunca deberíamos confundir a unos con lo otros, y el reconocimiento deberá ser automático, para que el ritmo natural de la narración no se resienta.


     Con respecto al ambiente en el que se moverán los personajes, tiene que resultar para ellos tan familiar que no deben sorprenderles las características que lo conformen. Hemos dicho que la acción está situada en un futuro próximo. Las aerocosas serán para ellos algo tan corriente como para nosotros pueda serlo el ordenador o el teléfono móvil. Podrán quedar atrapados en un trampahogar o ser amonestados por un politest si no han respondido correctamente al formulario flotante del día, pero nunca deberán decir: “¡Oh, un politest! Tendré que contestarle o me multará”. Este tipo de explicaciones delatan al lector, ya que están indiscutiblemente dirigidas a que él entienda algo que según el autor no ha debido de quedar muy claro, rompiendo la ilusión de realismo que se le intenta dar a la historia.


     Es interesante, asimismo, ver mucho cine y analizar tantas películas como nos sea posible. Ver las películas que más nos han impactados varias veces e intentar romper el encantamiento que nos provoca la trama. Una buena forma de lograrlo puede ser observar todo lo que rodea a los protagonistas, y fijarse más en los personajes secundarios; así comprenderemos cómo se crea y se sostiene un ambiente determinado.

     Hemos seguido unos pasos más o menos ordenados que nos han llevado a crear unas viñetas de cómic dotadas de continuidad, y a la comprensión, espero, del proceso que nos llevará a verlo concluido. Aprender a condensar imágenes fijas a las que el lector deberá dar movimiento, conseguir que éste se haga cómplice nuestro y forme parte del mecanismo de la ilusión sin apenas darse cuenta, es todo lo que tenemos que conseguir. Y es mucho.


UN CÓMIC INCOMPLETO AL QUE DEBERÁS PONER UN FINAL


     Y ya tenemos el cómic casi terminado. He dibujado diez páginas, aunque la última está a medio hacer, para que tú la continúes y añadas el final a este cómic, como un ejercicio casi profesional que pondrá a prueba tu paciencia y tu dedicación. Si consigues terminarlo, es porque llevas dentro un dibujante de cómics que está deseando manifestarse. Si quieres, puedes hacerlo, si otros lo han hecho tú también podrás. Échale una ojeada y ve afilando los lápices, porque ahora te toca a ti...
































































































































































































































































































































































¿TE ATREVES A INTENTARLO?


     Deberás continuar el guión, porque un dibujante de cómics no está completo si sólo se dedica a ilustrar las fantasías de otros. Esto es lo que se llama cómic de autor, que es lo que a mi me gusta, y para que no te resulte tan duro te daré unas pistas sobre el final de la historia:

     El asesino es el hermano del primer editor asesinado, que escapa por la ventana y se introduce por la ventana de su propio despacho, que colinda con el del muerto. Lleva puesta una careta para que no le reconozcan. En cuanto a los alienígenas, están aquí por una cuestión práctica, ya que, casualmente, la sangre humana les sirve como combustible para sus naves. No quieren invadirnos, únicamente repostar, para largarse cagando leches de este planeta de locos.

      Creo que con seis u ocho páginas más podrás terminar la historia, pero si consigues un final decente con sólo dos páginas lo habrás conseguido igualmente. Ánimo y suerte, que tú puedes...


MATERIAL UTILIZADO: Papel Zander Stern; portaminas 0,5; goma de borrar blanda; estilógrafos 0,2 0,5 y 0,8; tinta china negra Rotring; pinceles 00 y 8 para acuarela; acuarelas Ecoline; cartabón 25 cm.







martes, 12 de febrero de 2013

# Mierda de guantes



MIERDA DE GUANTES
(Relato: Óscar Fernández Camporro. Ilustración: Rafael Estrada)



¡Menuda mierda de guantes!… Tengo que comprarme otros, necesito unos muy gruesos, duros, unos que me protejan los nudillos. Estos están hechos una mierda.

Le golpeo en la boca otra vez.

Me estoy haciendo daño, este tipo tiene la cara muy dura. Estoy sangrando… Me acabo de cortar con un diente…. ¡Joder, con un diente!… Estoy perdiendo facultades… Y no me extraña, hace diez años que no hago esto: los diez que me he pasado en la cárcel. Yo quería cambiar, cuando saliera…, quería reinsertarme en la sociedad. Así lo llaman los gilipollas esos de la condicional. Eso quería, sí…, pero ¡qué hostias sabrán ellos sobre cómo puede ganarse la vida en Bilbao un hombre como yo!… Nada, coño, ¿qué van a saber?… No tienen ni puta idea; solo se preocupan por sus trajecitos cuando van al museo ese de hojalata. Si se hubieran criado en las calles de Rekalde o de Otxarkoaga… ¡Ya me gustaría a mí verlos por San Francisco con esos trajecitos y sus relojes!

Ahora le pego con la izquierda. En la sien.

Estos guantes… Sí, son los de siempre, les tengo bastante cariño, pero ya no me sirven. Mis nudillos…, el cráneo de este tipo me los está despellejando. Salí de prisión hace dos días. He estado buscando trabajo en los locales de siempre. Pero todo ha cambiado… Nada, no tienen nada para mí. ¡Claro, después de diez años en la trena!…Yo también tengo que cambiar. Pero allí, en la cárcel, mi compañero de celda me contó su historia… ¡Y vaya mierda de historia! Pilló a su mujer con ese tipo en su propio dormitorio. Y, en vez de darle dos hostias al amante, le pegó dos tiros a ella. Por eso está aquí, porque le pillaron. ¡Menudo idiota!… Era un hombre normal, con su trabajo y su familia. Y lo tiró todo por la borda… La gente no sabe apreciar lo que tiene. Me lo contó más de cien veces en nuestra celda. Y me dio pena… ¡Joder, menudo idiota estoy hecho yo también!

Vuelvo a pegarle. En la ceja. Ya no se mueve.

No puedo olvidar la historia de mi compañero… Allí encerrados en esa celda, no paraba de repetirme lo mismo: que le ajustara las cuentas al amante de su mujer… Y aquí estoy… machacando a este tipo con esta mierda de guantes… ¡Joder, joder, joder!… Esa historia me recuerda a la mía… ¿Cuánto ha pasado ya?… Once años, sí…, ¡once años!

Le zurro de nuevo. El último puñetazo… ¡Joder…, qué cara tan dura!

Mañana mismo… Sin falta… Mañana iré a comprarme unos guantes nuevos.